viernes, 23 de febrero de 2018

Patria

Patria de Fernando Aramburu es la historia de dos familias que han sido siempre amigas y que se encuentran enfrentadas por el conflicto de la ETA. Las historias discurren paralelas a lo largo de la novela con el objetivo claro de búsqueda de perdón que una familia reclama de la otra.

El día en que ETA anuncia el abandono de las armas, Bittori se dirige al cementerio para contarle a la tumba de su marido el Txato, asesinado por los terroristas, que ha decidido volver a la casa donde vivieron. Pero en el pueblo está Miren, su gran amiga de toda la vida, y Joxian, su marido, padres de Joxe Mari, un terrorista encarcelado y principal sospechoso de la muerte de Joxian. El único interés de Bittori es que le pidan perdón por el asesinato de su marido.

A priori una novela en la que la discapacidad no tiene cabida. pero un papel fundamental va a representar Arantxa, hija de Miren. Arantxa tuvo un ictus y como consecuencia queda inmóvil: aunque oye y entiende, no es capaz de reaccionar. Su situación de angustia en esos primeros días tras el ictus, tras la imposibilidad de moverse o hacerse entender, queda relatada en la novela “le aterrorizaba pensar que la metiesen en un ataúd creyéndola muerta y la enterrasen viva”. Tras el ictus, Arantxa vive en el pueblo con sus padres, ya que su matrimonio se rompió. Esta ruptura no tiene nada que ver con la discapacidad, ya que fue previa. “Mi separación de Arantxa no tiene nada que ver con lo que ha ocurrido. Estaba todo hablado entre los dos. Nuestros hijos lo saben y lo aceptan”.

En los paseos que realiza en el pueblo con Celeste, la persona que la cuida, comienza a tener encuentros con Bittori, al principio de minutos, luego de breves conversaciones a través del iPad… Gestos risueños, buena comunicación, cariño acumulado… Encuentros que disgustan a Miren, pero donde Arantxa encontraba alegría y momentos de autonomía, sobre todo ante una madre tan autoritaria, que por supuesto la quería, pero que no sabía demostrar afecto y amor.

Arantxa desde su silencio es el punto de unión entre ambas familias distanciadas y enemistadas. Con carácter conciliador y dialogante logra lo que no han podido años de rencor, de miedo y de ambiente hostil. Con su sonrisa logra, poco a poco, el acercamiento de posturas nunca imaginables. Su humor, incluso sobre su discapacidad.